Como el Boca-River que supo convertirse en uno de los clásicos mundiales. Como Flamengo-Fluminense, el clásico carioca que atrapa a la mayor cantidad de hinchas en el mundo. Como el derby Barcelona-Real Madrid, que no sólo enfrenta futbolísticamente sino también políticamente. Como Glasgow-Celtic, clásico escocés en donde también chocan religiones. Como Juventus-Nápoli, el clásico donde los pobres del Sur buscan revancha futbolística contra los ricos del Norte.
Como el chufi y el bajón, como la merca y el whisky para bajar, como el salame y el queso, como el PJ bonaerense y la corruptela, como el Radicalismo y la amargura... como el domingo y el Domingazo.
Estas dos valientes escuadras del balonpié están forjando un clásico de clasicos, están forjando un Clasicazo. Como tantos otros clásicos que hacen que nuestra vida sea más apacible o, porqué no, más miserable (como sucede con el clásico puesto de jefe-personalidad de garca), el Domingazo ya tiene el suyo a la espera de convertirse en un verdadero clásico nacional y popular.
No hay comentarios:
Publicar un comentario